Memorias del Proyecto One Laptop Per Child- Ruanda 2007-2015
Capítulo III – Ruanda: La Luz bien arriba en el Horizonte, no solo “al Final del proverbial Túnel”….
El Renacer De Una Nación.
Así como el día anterior tuve una serie de emociones encontradas, la mayoría bastante deprimentes, el tercer día en Ruanda trajo consigo unas experiencias inolvidables por lo esperanzadoras y de comenzar a comprender cómo un pueblo puede renacer de entre las cenizas.
Para comenzar el día, una temprana visita más a otro de los ministros, (ajusté 4 ministros y un viceministro en tres días, todos por orden del Gran Jefe). Esto, en Colombia, me hubiera tomado casi un par de semanas. Luego de los saludos de rigor y la foto para la posteridad, la declaración de apoyo al proyecto y manifestación de entusiasmo hacia el futuro, salimos por casi dos horas de camino por unas vías impecables, asfaltadas, marcados los carriles con todo detalle, sin un solo papel o plástico en los alrededores, ni un solo perro o animal en las carreteras. Hablando de los perros, la historia es bien curiosa; Cuando el genocidio, los perros que quedaron sin dueño y no tenían como alimentarse, terminaron volviéndose salvajes y contaminados de rabia, comiendo de los cadáveres que quedaron esparcidos por toda la geografía del país. Por consiguiente, tan pronto como se fue instaurando el orden, hubo instrucciones de matarlos para evitar grandes epidemias de rabia. No queda ni uno solo. O al menos no los vimos.
Llegamos a eso de las 11:00 de la mañana a lo que parecería ser una unidad de vivienda cerrada, con portería, cerca completa a su alrededor, con unas 35 casas diseminadas en una colina con una vista preciosa a uno de los dos lagos importantes de la región. Edificadas alrededor de un circulo que contiene una especie de pérgola o kiosco, evocando lo que podría ser en el equivalente del urbanismo español de la colonia, la plaza central del pequeño poblado. A lo lejos, en otra colina se divisaba un gran centro comunal, separado por una cancha de deportes, futbol, con gradería y, más arriba, en la cima, un colegio que domina todo el paisaje. Nos sirve de guía Bertrand (alias “Kiki”), quien comenzó a involucrarse en un comienzo solo como arquitecto donando los planos urbanísticos y de las casas y edificaciones. Pero su papel cambió radicalmente, producto de una de esas circunstancias de la vida que vale la pena relatar. La historia es la siguiente:
Kiki ha estado muy involucrado desde un comienzo con el presidente Kagame en la reconstrucción del país. Producto de la diáspora, se crió desde los 8 años en el exilio, tanto en Uganda como en Congo. No me queda muy claro si hizo parte de la lucha armada o si solo fue un apoyo intelectual y monetario, porque se graduó de arquitecto en Kampala. Regresó cuando Kagame entró al país y se convirtió en uno de sus asesores de reconstrucción de la infraestructura física del mismo. Carreteras, servicios públicos, edificios de gobierno, etc. Fuera de eso, comenzó su actividad como “developer” , primero con una gran urbanización de vivienda donde construyó su enorme casa, y otros emprendimientos que evidentemente le han significado muchos triunfos. Muchos de los edificios de gobierno importantes los ha diseñado y construido él. Pero en todo este tiempo, igualmente, se involucró mucho con el tema humano de los sobrevivientes del genocidio. En especial, con personas infectadas de HIV y con los huérfanos y enfermos de SIDA porque muchas de las atrocidades que cometieron en esos 90 días consistieron en infectar a las mujeres al violarlas. Un hecho que yo no conocía es que si el hombre es el portador del virus, el porcentaje de probabilidades de que infecte a la mujer es del 80%. Pero si es la mujer la que lo tiene, el porcentaje de que infecte al hombre es solo del 20%. Las milicias Hutu que mataban a machetazo limpio, infectaron cientos de miles de mujeres, muchas de las cuales quedaron embarazadas de estos señores, y que al concebir el bebé, pasaron la infección a los niños, o si amamantaban a huérfanos de otros porque podían producir leche aun porque perdieron el hijo propio, transmitían el virus en la leche de sus pechos. Todo esto suena horripilante pero créanme que es verdad. La catástrofe de HIV en Africa especialmente en ciertos países es absolutamente aterradora. En Ruanda llegó a ser del 25% de la población. Es decir, una de cada 4 personas era portadora del virus HIV, que luego desarrollaban la enfermedad del SIDA en si mismos.
Este encuentro sucedió hace 5 años. Teniendo en cuenta que el genocidio ocurrió hace unos 16 años, se entiende que estemos hablando entonces de niños que oscilan entre los 18 y los veinte-y-pico de años. Kiki se puso a la tarea de diseñar, como arquitecto, los planos para un conjunto cuyo concepto es todavía más increíble, como dije, adaptado de un modelo Israeli, existente.
Resulta que muchísimos niños, cientos de miles, desde recién nacidos hasta un par de años de edad, totalmente desvalidos, quedaron huérfanos sin absolutamente ningún miembro de familia que pudiera acogerlos. Estos niños y niñas fueron creciendo en las condiciones más aberrantes de la sociedad. La mayoría de ellos con un síndrome de estrés post traumático, elementos de una sociedad totalmente desconectados de todo afecto familiar, ausentes de un conglomerado humano que apenas comenzaba un nuevo proceso de reconstrucción. Equivalente a hijos de desplazados o huérfanos producto de la violencia. Algo parecido hemos vivido en Colombia en los centros de rehabilitación de los niños desplazados o usados en el pasado como niños soldados.
Un dia de Noviembre de 2006, Kiki conoció a una señora Judía de Nueva York, Anne Heyman, quien con su marido Seth Merrin escucharon en una conferencia la tragedia de Ruanda y preguntaron cuál era uno de los problemas mas agudos que el país encaraba. Le contestaron que la incertidumbre de cómo manejar e integrar los cientos de miles de huérfanos que quedaron como consecuencia del genocidio. Nacida en Sur Africa, Judia, viviendo en Nueva York, se recordó de la historia de Israel luego de la segunda guerra mundial e investigó por todas partes y encontró en el modelo Israeli, “Yemin Orde Youth Village” el modelo más cercano a lo que ella creía podía servir en Ruanda. Dueña con su marido de una empresa de brokers de NY llamada Liquidnet Holdings, se reunió con Kiki y le dijo que ella quería ayudar. Kiki, sin saber que ella venia cargada de tigre, le contestó que con mucho gusto, pues necesitaban toda la ayuda del mundo. Le preguntó cómo quería hacerlo. Ella le contestó: solo necesito un número. Kiki le dice: un número? Cómo así? Si, un número, deme un número: el de una cuenta bancaria. Para qué? Ella le dice: para girarle una transferencia bancaria. Kiki, confuso, llamó a su banquero de cabecera y le pidió que le asignara un número a una cuenta que todavía no tenía fondos pero que parecía alguien iba a comenzar una labor de consecución de los mismos en una campaña para recaudar fondos en EEUU. Regresó esa tarde y le dio el número a la señora y cuál sería su sorpresa cuando al día siguiente apareció en la cuenta una transferencia por US $ 5,000,000!. No lo podía creer, nos confesó. La segunda pregunta que le hizo fue: Y para qué vamos a usar este dinero: Ella le dijo, para construir una comunidad para albergar niños del genocidio que no conocen ni han experimentado la palabra “familia” ni la palabra “mamá”. Vamos a crear una comunidad y le daremos el nombre de Agahozo Shalom.
Muchas mujeres perdieron a sus hijos, a sus maridos o solo quedaron con un hijo o hija. El concepto de la Mamma o Mamá, pilar de una familia, constituyó entonces el objetivo principal de la idea. Concibió Kiki entonces el construir una serie de casas donde una Mamá (así con mayúscula) fuera el centro, y que cada mamá acogiera unos 5-7 niños máximo. Ciertos estándares mínimos de comportamiento social, disciplina, higiene personal y colectiva (recuerden el tema HIV) y actitud, fueron diseñados. Comenzaron a buscar y seleccionar los chicos y chicas y encontraron para comenzar unos 120 de ellos, dentro de miles de posibles candidatos, limitados solamente por la disponibilidad de fondos, comenzando por los US$ 5 MM de esta señora. Kiki se dedicó entonces a buscar fondos adicionales y, entusiasmado con la idea, puso fondos propios. Entiendo que el 40% de los actuales US $ 16 MM que han sido invertidos provienen de él. Es decir casi igual a lo que la señora de NY ha puesto. Esto ha posibilitado que en el momento que visitamos la urbanización o conjunto, tengan casi 600 niños y unas 200 personas entre empleados, maestros, voluntarios, trabajadores sociales, varios psicólogos, pues los traumas emocionales son enormes.
Al comienzo, los chicos y chicas, que nunca habían tenido ningún cariño en la vida ni habían desempeñado ninguna actividad productiva, sin sentido de las comunicaciones, huraños, retraídos, toscos, difíciles, solo se podían comunicar por medio de dibujos. La expresión de dibujos y pinturas se convirtió entonces en el elemento de romper el hielo. Me vino a la mente la Comuna 13 de Medellin, cuando la visité en Marzo de 2003, seis meses después de haberla retomado de manos de las mafias, la guerrilla urbana, los narcotraficantes, bandas de criminales. Nos explicaban que era tal el grado de pánico de los niños, que no desataban palabra. Incluyo aquí una foto de cuando los niños nos regalaron a Nicholas Negroponte y a mí uno de esos dibujos, allá en 2003! Cómo son las coincidencias, no importa la parte del mundo donde ellos hayan sido sometidos a vejaciones sin nombre.
Los primeros niños fueron asimilando esta nueva cultura de vida en familia, en una casa, con una “mamá”, con “hermanos”, en un conjunto “residencial”, con un centro comunal un poco retirado, a propósito, porque Kiki, con bastante sabiduría, quiso separar la “vivienda” de la vida comunal y, más aún, de la escuela, y por ello la diseñó lejos, por allá en la colina, a unos 15 minutos de camino a pié. En Ruanda, como en muchas de estas poblaciones del resto de Africa, las gentes caminan horas enteras por día, para ir a la escuela, para ir al mercado, para cualquier cosa. Ve uno hordas de gentes caminando por las carreteras, pues viven en el campo y las actividades escolares, de trueque o compra-venta, ocurren a varios kilómetros de distancia.
Los primeros niños fueron asimilando esta nueva cultura de vida en familia, en una casa, con una “mamá”, con “hermanos”, en un conjunto “residencial”, con un centro comunal un poco retirado, a propósito, porque Kiki, con bastante sabiduría, quiso separar la “vivienda” de la vida comunal y, más aún, de la escuela, y por ello la diseñó lejos, por allá en la colina, a unos 15 minutos de camino a pié. En Ruanda, como en muchas de estas poblaciones del resto de Africa, las gentes caminan horas enteras por día, para ir a la escuela, para ir al mercado, para cualquier cosa. Ve uno hordas de gentes caminando por las carreteras, pues viven en el campo y las actividades escolares, de trueque o compra-venta, ocurren a varios kilómetros de distancia.
Vino entonces el “qué sigue ahora”? Se dieron cuenta que ensenarles a estos niños en un ambiente estructurado, cuando ya tienen edades de jóvenes-adultos, era todo un rollo. Han entonces continuado con las artes y todo lo que tenga que ver con expresión. Pintura, música, artes escénicas, trabajos manuales, artesanías. Tienen estudios de grabación, les han comprado teclados electrónicos, instrumentos musicales, video cámaras, de fotografía, tienen “clubs” de todo lo imaginable, dirigido por alguien que sabe de esa actividad específica, todo tipo de actividades intermedias, algo así como electricidad, plomería, albañilería, etc. Ellos mismos están ayudando a construir algunas de las ultimas casas del conjunto, pintaron el gran mural del centro comunal, etc. Fuera de eso, siendo esta una zona rural, han montado una granja y todas las verduras, pollos, huevos, se producen allí mismo, por ellos mismos. Algo así como un “Kibutz” modificado y adaptado a la cultura y circunstancias propias. Visitamos las granjas, recorrimos a pie todos los rincones, incluyendo el centro comunal y la escuela. Impresionante, no es palabra.
El día que visitamos el conjunto era la celebración del final de Ramadán, y entre los 600 niños hay una quincena de musulmanes. Pues bien, la comunidad entera participó de los servicios religiosos y del almuerzo con que celebran el final del ayuno. Lo mismo ocurre con niños Cristianos o Judíos, no importa el número. Participamos con ellos de dicho evento y, siguiendo las reglas del grupo, comimos con ellos la misma comida con la cual ellos comen todos los días. Arroz, una especie de frijoles, papa, verduras y carne. Pero todos comen huevo 4 veces a la semana, producido por ellos mismos, y las verduras son producidas por ellos mismos.
Pero como si fuera poco, nos esperaba la culminación del día con la visita a una escuela al regreso a Kigali, que merece comentarlo. El ver a niños sordo-mudos usando nuestros computadores y PROGRAMANDO, no solo aprendiendo a identificar palabras del lenguaje, lo más difícil para un sordomudo, sino programando, constituyó la realización de que, en realidad, nuestro proyecto si constituye un cambio de paradigma.
Es una escuela de unas monjas Italianas, una obra de un santo de los que el Papa Juan Pablo II canonizó. El ver estos niños que lo máximo que hacen es emitir unos sonidos guturales incomprensibles, muchos de ellos con ayudas auditivas electrónicas en sus oídos, muchos de ellos con mirada muy perdida en el infinito, con gran dificultad pero con una capacidad de concentración de varios minutos seguidos para poder mover el cursos del laptop y de hacer el “drag-and-drop” necesario para colocar los elementos de programación en su punto y poder darle a la tortuguita que aparece en la pantalla la instrucción necesaria para que la misma “dibuje” un cuadrado, un círculo, o un movimiento hacia adelante, seguido de otro cualquiera hacia un lado, es decir “programando” me sacó lágrimas de alegría y de asombro, de admiración y de entusiasmo. Las monjitas Italianas, toda una belleza y admirables en su trabajo. Tomé fotos y algunos videos sobre cómo hacen la clase, que son una delicia de ver.
Terminamos el día cenando con nuestro equipo de trabajo, cargado yo de orgullo por lo que están haciendo, donde hay un Colombiano, Pedro Cuellar, que venía trabajando con nosotros en Colombia y quien ya lleva casi 8 meses en Ruanda trabajando en la parte técnica y entrenamiento a docentes y a los entrenadores, una americana de Boston, Julia Reynolds, hija de una de nuestras ejecutivas del Media Lab, quien ya lleva dos años allí igualmente trabajando con gran paciencia en las áreas de implementación, y cuatro Ruandeses espectaculares, Desirée, un chico piloso, inteligente, capaz, muy agudo, que maneja la parte técnica, , Jimmy, que trabaja en la parte pedagógico y dos chicos jóvenes, hermanos, hijos del taxista que nos presta servicio y que por todo lo que han aprendido a hacer, salen ya a estudiar especializaciones, una de ellas en Londres. Quien se hubiera imaginado. El revolcón que se le ha dado al proyecto en Ruanda, gracias en gran parte al liderazgo de nuestro gerente para la región, Sergio Romero, ha sido espectacular y solo vaticina muchos progresos adicionales.
Culminamos nuestra visita a Ruanda con la entrevista con el Presidente Paul Kagame a la mañana siguiente. Nos recibió a pesar de que había llegado a media noche de Sudan. Una persona adusta, delgada, alta (1.95 mts), con mirada penetrante, de pocas palabras, pero que cuando habla, todos toman nota. No necesitó más de 25 minutos para concluir que lejos de querer terminar el proyecto, quería expandirlo, impulsarlo y exportarlo a los países vecinos, especialmente a los de Africa del Este, de la cual Ruanda es el Secretariado General y para lo cual ofreció convertirse en líder. Tenían ustedes que ver el cambio en la actitud de los allí presentes. Eran como ensimismados. La mirada brillante, casi al borde las lágrimas, como “iluminados”, tomando notas en sus cuadernos, desesperadamente, febrilmente, como para no perderse ni una palabra, ni un gesto, ni un guiño, ni una mirada de esas penetrantes que no necesitan palabras para complementar lo que quieren decir. Veníamos de superar una crisis causada por factores que retrasaron por más de un año el envío de los últimos 35,000 laptops. En gran parte porque no habían puesto electricidad en las escuelas, no tenían en aquel entonces un sistema de inventarios moderno, ni bodegas seguras, ni manera de llevar los laptops a su lugar de destino final, ni manera de darles servicio. Todo eso ha cambiado. Hoy dia manejamos todo desde las instalaciones de las Naciones Unidas (World Food Organization) lo cual significa un gran cambio en la percepción de las relaciones y del tipo de soporte que tenemos por parte de ese tipo de instituciones. Usamos sus pick ups de transporte para llevar los laptops a las escuelas, pues en realidad somos una entidad sin fines de lucro y nuestras credenciales en este campo nos califican como los únicos que pueden aspirar a tener este tipo de relación con este tipo de entidades.
Salimos corriendo hacia el aeropuerto, de la mano del Ministro de Educación quien, personalmente, nos pasó por los sistemas de seguridad expeditamente, pero teniendo que cumplir todos los requisitos, porque aun a ellos les exigen pasar por todos los controles, claro está con mayor celeridad. De lo contrario, hubiéramos perdido el vuelo a Johannesburgo.
A las 4 horas, al llegar a Sur Africa, recibimos un e mail de Nkubito, nuestro liaison con el gobierno, informando que el pedido por 60,000 unidades había sido cancelado, y que en su lugar un nuevo pedido por 100,000 unidades estaba siendo colocado. Casi el doble del pedido. Esto es lo que significa un liderazgo en pleno ejercicio de su capacidad de mando.
Llegamos entonces a Johannesburgo con una buena onda, convencidos de que estábamos en el umbral de algo importante.
Rodrigo Arboleda
Noviembre 2011, Kigali.