septiembre 12, 2020

Capitulo III- Aterrizaje en Amman, planeando.

Haber cruzado el Atlántico en un aparatico como es una avioneta, ya dejaba la sensación de haber realizado toda una aventura. Estábamos equivocados. No habíamos experimentado nada aún. Le emoción apenas comenzaba.

Luego de tres días de descanso y de visita a Londres en casa del Rey Hussein y Noor, madrugamos hacia Amman, con escala en Nápoles. Cruzar Europa a una altura mucho menor que en los aviones jet comerciales es una experiencia increíble. Pasar por los Alpes y bajar al Mediterráneo hasta Nápoles, en un día claro y soleado, es una vivencia casi mística. Los Alpes a baja altura presentan una maravillosa visión y sensación difícil de igualar. Volábamos entre valles y montañas con nieves perpetuas, valles aún verdes rodeados de montañas blancas. Una inmensidad y una magnificencia verdaderamente magistrales.

Llegamos a Nápoles a medio día y lo que creímos sería un repostar combustible, comer un sándwich y levantar vuelo nuevamente en cuestión de hora y media se tornó en una locura propia de una película de Fellini. Primero, nos hicieron estacionar el avión en un lugar bastante retirado de la torre de control. Obviamente, no había ningún vehículo para servicio de los aviones privados. Había que caminar hasta la torre de control. El calor de final de verano era insoportable. La humedad propia de un baño turco. Mientras que Najeeb vigilaba el tanqueo de combustible, yo fui a la torre de control a llenar papeles. Ya había aprendido a hacerlo. Igualmente, a pedir unos sándwiches para llevarlos al avión y comer algo allí para poder seguir viajando. Subir 5 pisos a pie, porque el ascensor no funcionaba, llenar los papeles y al ir a entregarlos escuchar que tiene que ser el capitán del avión quien personalmente tiene que venir, me dio ganas de tirarme por el balcón de la torre. Les muestro por la ventana la distancia del avión. No se inmutan los malditos. Me dicen que tengo que traerlo. Bajo los 5 pisos, camino aceleradamente al avión porque el tiempo apremia, le digo a Najeeb que tiene que ir personalmente, jadeando, sudoroso ya, mamao como decimos en Colombia. Y que me contesta Najeeb?. Hablarán Ingles porque yo de italiano, ni pío!. Me voy entonces con él, subimos los 5  pisos, y al llegar allí nos dicen que tenemos que traer los papeles originales del avión, cosa que no se necesita en ninguna parte, menos en Italia! Corra al avión, dejando a Najeeb en la torre. Busque en el maletín de piloto los papeles. A todas estas Cecilia y Allison han regresado del restaurante con los sándwiches, a la espera de nosotros. Les digo que tengo que volver a la torre. Me ven empapado en sudor, pues la distancia y el calor no dejaban otra alternativa que sudar a lo loco. En fin, para hacer el cuento corto, creo que fui como 5 veces a la bendita torre de control, perdimos tres horas o más entre idas y venidas, y salimos tardísimo para Amman. Y los Italianos, creo que muertos de la risa viendo al pobre gringo y al Colombianito ir y venir desde el avión, sudando la gota fría. Toda una odisea.

Londres – Nápoles- Espectaculares vistas de los Alpes desde la avioneta.
Foto- mapa utilizado como ilustración  y con fin educacional solamente,
sin ánimo  de lucro.

Parecería que teníamos cierta maldición gitana de vientos en contra porque cuando llevábamos otras 3 horas largas de viaje, por encima de Chipre, en un lugar precisamente donde el Loran C no funcionaba porque faltaban en aquella época ciertas estaciones de tierra, lo cual obligó a Najeeb a volar con radio ayudas solamente como lo hacían en antaño en la segunda guerra mundial, constituyó para mi una demostración de que la madre naturaleza merece respeto y fue una experiencia reveladora. Lo veo que calcula entonces a mano, vientos, combustibles y distancias y nuevamente me dice que si seguimos por la ruta indicada, producto de la guerra entre Israel y Líbano que obligaba en aquella época, no sé si aun hoy, a volar por un estrecho corredor por encima de Israel y que lo llevaba a uno primero hasta Damasco para girar luego allí 180 grados para entrar a Amman desde el Este y no directo desde el Oeste, implicaba quedarnos sin combustible. Para evitar el tener que repetir la experiencia de Groenlandia, es decir, devolvernos o bajar a Chipre a repostar, solo se le ocurre pedir permiso especial, causado por emergencia de combustible, para desviarse unos grados hacia el sur, e ir directo a Amman, desde el Occidente sin pasar por aquel famoso corredor . Varios minutos de tratar de comunicarse con el controlador aéreo de Nicosia, encargado de esta parte de la ruta, sin éxito, cambiando frecuencias de radio hasta que finalmente contestan y comienzan a intercambiar información y explicaciones de por qué se está solicitando este cambio de ruta tan inusual, arroja finalmente una aceptación para desviarse tantos grados al sur-este. Así lo hacemos y continuamos el viaje, ya de noche, sin luna, pero con unas estrellas hermosas. Algo mágico. Como a las nueve de la noche, de repente, suena por el audífono una voz con marcado acento árabe, en un ingles de esos machucados, que nos dice: “Este es el controlador aéreo de Damasco, identifíquese, aeronave que está volando por un corredor prohibido y está en inminente peligro de ser derribado”. Najeeb me mira con una cara de incrédulo, pero en su acostumbrada voz calmada y de experto comunicador por radio, le contesta: “este es Noviembre-siete-siete-Noviembre-Hotel” la manera como se identifican para dar la matricula del avión N77NH (lo de NH lo había conseguido él por haber sido jefe del FAA americana, sus iniciales Najeeb Halaby; -en todas partes se cuecen habas, no?-). A renglón seguido le informa al controlador aéreo que tenemos problemas serios de combustible y que tenemos permiso del controlador aéreo de Nicosia para desviarnos por el trayecto que llevamos. A esto le contesta con voz agitada y con mayor y mas cargado acento árabe, el funcionario de Damasco: “ No me importa quien le dio permiso, están en inminente peligro de ser derribados!”. Bueno, ni para que les cuento el estremecimiento que sentí por todo mi cuerpo.

La extraña vuelta que había que dar para evitar la zona de guerra.
Foto- mapa utilizado como ilustración  y con fin educacional solamente,
sin ánimo  de lucro.

Miré por la ventanilla a mi derecha hacia abajo y ya me imaginaba ver la lucecita amarilla de un cohete tierra-aire, a toda velocidad, enfilado hacia nosotros. Me comenzaron las manos a sudar frio. Me puse pálido. Cecilia, desde atrás, notó que algo estaba pasando y me hacia señas con las manos y los brazos, como diciendo: “qué pasa?”. Yo, igualmente con los brazos, le indicaba que se quedara tranquila y quieta, dándomelas de guapo, cuando por dentro estaba que me moría del susto.

Los próximos 15 minutos fueron los mas largos 15 minutos que uno pueda imaginarse. En una serie de mensajes de ida y vuelta donde Najeeb con esa voz calmada y clara de piloto experto, seguía insistiendo en que estábamos en emergencia de combustible y el otro loquito de Damasco seguía insistiendo en que no le importaba, hasta que Najeeb le dijo que hablara al aeropuerto de Amman y compartiera información con ellos. De mala gana, el controlador de Damasco le dice que se quede en stand-by y quedamos en silencio. Yo seguía mirando por la ventanilla, a la espera de ver el cohete, en esa noche negra, sin luna, cargada de estrellas. Me imaginaba rindiendo cuentas al creador, dentro de esa inmensidad de la noche y ante ese universo plagado de lucecitas, en esa soledad. Pensaba que en pleno mar nadie nos iría a encontrar, pensé en Pedro Miguel, huérfano, sin hermanas. Me maldije por ser tan estúpido de haber emprendido esta aventura, en manos de un señor de 72 años. Quien me mandaba a ser tan irresponsable?, etc., etc.

Ruta finalmente aceptada y tomada, porque de lo contrario, no
estaríamos contando el cuento. Foto- mapa utilizado como ilustración
 y con fin educacional solamente, sin ánimo  de lucro.

En lo que me pareció una eternidad de silencio, apareció, de repente, la voz del controlador de Damasco nuevamente, esta vez con voz mucho mas pausada y menos alterada diciendo: “por favor identifíquese el capitán del avión con nombre y apellido”; Najeeb le contesta con su nombre completo; tres segundos después, la voz del otro lado pregunta: “Hay algún otro VIP a bordo?”. Cuando escuché la palabra VIP casi salto de la silla de copiloto, pues me di cuenta que en Amman le habían indicado a este controlador aéreo que cuidado iban a hacer algo contra el papá de la Reina Noor, el Yerno del Rey Hussein. Yo seguía sudando frio en mis manos, pero miré a Najeeb y vi que se reía con esa risita burlona que manejaba cuando se salía con la suya, y al verme, me hace con el pulgar hacia arriba la señal de éxito! Wao! Casi no caigo de mi susto y de mi asombro, de mi alegría y de mi pánico. No sabia cual de todas las sensaciones predominaba. Miré a Cecilia atrás y le hice la seña con el pulgar hacia arriba para que se tranquilizara, lo mismo que a Allison, pues a estas alturas del partido, se habían dado cuenta que algo muy serio venia pasando y como no sabían porque no tenían los audífonos puestos, estaban bastante preocupadas y mirándose entre ellas dos. Pero la emoción no paró allí.

Seguimos volando, pasamos por encima de Israel hacia el sur-este, a 24,000 pies de altura. De repente, Najeeb me dice: voy a comenzar a planear con los motores apenas encendidos porque si nos quedamos sin combustible y se nos apagan, tendría que buscar a oscuras una carretera en donde aterrizar. Inmediatamente desacelera los motores que apenas se ven las hélices rotar, y enfila el avión hacia tierra con una leve inclinación aprovechando simplemente la velocidad del viento para mantener el avión estable planeando en silencio hacia las luces en la distancia, Amman. Lo demás era una oscuridad inmensa, envolvente, absoluta, completa. El desierto, de noche, es desolador y cargado de un pavoroso misterio.

Fuimos bajando,  lentamente, y yo miraba la aguja del combustible que marcaba ya la raya roja de estar en terreno de “reserva” sin saber siquiera si el sistema de medición era tan exacto o no como para darnos el impulso final o si, por el contrario, nos iba a dejar colgados de la brocha con solo unos pocos kilómetros o metros antes de llegar a la pista de aterrizaje.

Vimos la pista, y enfilamos, aun planeando hacia ella. Bajó 10 grados los flaps. Yo miraba incrédulo como un avión podía descender con solo la velocidad y la capacidad de “lift” de sus alas y sus flaps, hacia le pista. La tensión era enorme. Encendió las luces de aterrizar, que iluminaron la arena y pronto algunas casuchas grises antes de la pista. El silencio dentro de la cabina era total. Era casi la media noche. Llevábamos viajando casi 16 horas desde Londres y luego Nápoles. Como para variar, las manos me volvieron a traicionar, con un sudor frio, que hacia que me secara constantemente en mi pantalón, para mantenerlas secas. Faltando casi 15 segundos, aceleró de repente los motores, bajó totalmente los flaps, bajó el tren de aterrizaje y como si nada fuera, aterrizó el avión suavemente en la pista.  Me miró, sonrió maliciosamente, como un niño chiquito cuando le sale bien una travesura, con lo cual comprendí que para ser piloto de pruebas de la Marina americana, volar aviones del enemigo, reconstruidos, para probarlos, (Anécdota merecedora de otra crónica, pues volaba los aviones alemanes capturados y reconstruidos para compararlos con los propios americanos e ingleses) para hacer lo que acababa de hacer, se necesita tener alma de niño medio travieso, medio loquito, pero totalmente disciplinado, enfocado, concentrado, sin descuidar un solo detalle de lo que se está haciendo. Nos esperaba todo un grupo del ejercito Jordano, de la guardia real, quienes nos llevaron sin tardanza a la casa de huéspedes del complejo del palacio del rey. Caímos, medio muertos, a dormir. Nos despertamos al dia siguiente cerca del medio día y teníamos mensaje de vernos con la reina Noor.

Cuando llegamos donde ella, y luego de los saludos amables y cariñosos, me llamó a un lado en otra habitación y me dijo:

“Rodrigo, yo no sé si estás loco o qué, pero cómo se te ocurre cruzar el Atlántico con  un piloto de 72 años y una mujer de casi 70 que lo único que sabe hacer es medio aterrizar un avión en caso de emergencia?. Estás siendo un inconsciente de primera categoría. Por encima de mi cadáver voy a dejar que mi papá vuele la próxima etapa hasta Kenia en ese avioncito. Si algo les pasa en Sudan, en Etiopía, en Uganda, con esos gobiernos comunistas, populistas, rebeldes (era la época de fin de la guerra fría pero con esas regiones en gran tensión política), ustedes están fritos. Ese avión no vuelve a salir de allí, y puede que ustedes tampoco. Le tengo de sorpresa a mi papá que le vamos a pintar el avión con los colores de la empresa Royal Jordanian Airways, y que por ello tiene que dejarlo aquí para que se lo pinten. O sea, mi querido Rodrigo, que vayan buscando tiquetes aéreos en aerolínea normal, para que sigan su periplo, porque de aquí ese avioncito no sale!”. Bueno, quedé, por decir lo menos, entre pasmado, abrumado, agradecido. Ella se llevó a su papá para otra habitación y allí le dijo palabra más, palabra menos, lo mismo.

Los mismos diseñadores de los gráficos de los aviones de Pan Am, diseñaron los de la Royal Jordanian Airways.
Foto utilizado como ilustración  y con fin educacional solamente, sin ánimo  de lucro.
Foto utilizado como ilustración  y con fin educacional solamente, sin ánimo  de lucro.

Por espacio de 4 días estuvimos en Amman, muy atendidos y contentos, en compañía real, inigualable, de ensueño. .

Próximo Capítulo (IV)- Despedida de la avioneta N77NH y viaje a Kenia como pilotos frustrados

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Rodrigo Arboleda

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